Hoy os traemos a nuestros «Diarios de un Campo de Trabajo» unas breves palabras de una de las voluntarias que este verano ha estado en el campo de trabajo de Tepantlali. Han pasado más de dos meses desde que volvió y hoy nos deja esta reflexión sobre su experiencia:
Reflexionando, compartiendo la experiencia….
Sencillamente FELIZ, serena, viviendo cada momento con intensidad y en el presente.
He disfrutado de todo: los niños y niñas de Tepantlali, mis compañeros voluntarios, la gente, las familias… lo que la vida me iba presentando.
He aprendido a valorar el tiempo desde la relación con las personas, sin prisa, compartiendo la vida sin más.
He admirado la sencillez, la generosidad y la sinceridad de cada persona, que nos ofrecían lo mejor que han tenido desde el corazón.
He valorado su riqueza como personas, el cuidado por su familia, su pobreza material que les dota de una gran riqueza humana y espiritual. Su fe, expresada en la religiosidad festiva, adornada de flores, banda, velas, cantos… es arraigada, sincera.
Todos mis sentidos han ido pasando por diferentes filtros:
Del ver, al mirar
Del oír, al escuchar
Del tocar, a acariciar
Del sabor, al saborear
Del oler, al respirar