Seguimos apoyando a las Salesianas de Haití a través de la campaña de emergencia con la que queremos recaudar fondos para colaborar con la reconstrucción de las escuelas de Les Cayes.
A continuación compartimos un artículo de la web de las Salesianas de Haití donde cuentan de primera mano la situación en Haití 10 días después del terremoto.
Terremoto 2021: FMA en acción en todas las direcciones
10 días después del terremoto que golpeó duramente el sur profundo de Haití, la vida parece haber retomado su curso. La gente trata de sobrevivir dedicándose a sus actividades habituales, al menos los que aún pueden hacerlo. Sin embargo, si se observa más de cerca, detrás de la gran sonrisa que caracteriza a los haitianos, especialmente a los del campo, se esconde el miedo, la ansiedad, el estrés y el desánimo. La respuesta al habitual «Kòman nou ye? «¡nou pa pi mal!», ya no tiene el mismo sabor, las sonrisas desaparecen rápidamente, las miradas se apagan y sólo cobran vida cuando ven una mano extendida.
En las zonas poco afectadas por el terremoto, sobre todo en Puerto Príncipe, se ha despertado la memoria traumática y la gente se comporta como hace 11 años, durante el último terremoto, sus miradas son demacradas, sus gestos mecánicos y sus conversaciones difíciles de seguir, porque las palabras desordenadas reflejan el trauma que han vivido y que aún no han elaborado. Funcionan como si tuvieran una espada colgando sobre sus cabezas. Dada la sucesión de catástrofes naturales de los últimos años, intercaladas con acontecimientos políticos repugnantes que hieren la dignidad del pueblo haitiano, no se les puede culpar.
Ante tanto sufrimiento evidente y oculto, se han tendido las manos. Las Hijas de María Auxiliadora del Gran Sur, especialmente las que trabajan en Les Cayes, la casa más afectada por el terremoto, se han olvidado de sí mismas para volcarse en las personas que más las necesitan. Lo que reciben de generosos benefactores, lo comparten. Estas distribuciones no siempre son fáciles de llevar a cabo, y la ayuda se convierte en otra fuente de estrés y preocupación para estas monjas. Porque incluso una pequeña distribución (en cantidad) requiere la presencia de policías fuertemente armados para mantener el orden. Si estos policías no están disponibles, hay que esperar su buena voluntad, porque incluso cuando se realizan con discreción, estas distribuciones de alimentos o productos de primera necesidad atraen a multitudes, a veces muy agresivas. Esto pone en peligro la vida de las hermanas. Sin embargo, valientemente, continúan; pero a qué precio….
Los sufrimientos ocultos son los más difíciles de ayudar, al menos por el momento. Organismos oficiales, como la Unidad de Salud Mental y Apoyo Psicosocial del Ministerio de Sanidad, y algunas organizaciones, como el CESSA (Centro de Evangelización, Espiritualidad y Salud Mental), empiezan a organizarse para enviar personas preparadas para una primera atención psicológica a los departamentos más afectados por el terremoto. Pero la creación de equipos lleva tiempo, la búsqueda de personal no es fácil y el apoyo financiero para este tipo de operaciones es siempre el último en llegar.
También aquí las Hijas de María Auxiliadora intentan intervenir. Hacen todo lo posible por escuchar, acoger y contener la angustia de estas personas traumatizadas, especialmente las que han perdido a sus seres queridos, los padres que han tenido que enterrar a su primogénito ya en la universidad, la esperanza de toda una familia. Les hubiera gustado ofrecer ayuda psicológica a los alumnos de sus escuelas, pero la mayoría de ellos han tenido que refugiarse en zonas más alejadas porque ya no tienen hogar. Habrá que esperar, al menos, a la hipotética apertura de las clases para llegar a un mayor número de alumnos, profesores y colaboradores y prestar apoyo psicológico a mayor escala, con mayor profundidad y llegando a las terapias de grupo, esperando que para entonces se encuentren personas cualificadas. Estas monjas, todas ellas dedicadas a su misión, necesitan apoyo psicológico, así como apoyo en la oración. Porque deben tener la posibilidad de exteriorizar y canalizar el estrés y la angustia de las personas que escuchan, además de su propio miedo y estrés. Así que necesitan rehabilitarse espiritual y psicológicamente para poder ayudar mejor a los demás…
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