Los voluntarios y voluntarias que han participado en los campos de trabajo 2015 / 2016 ya han vuelto a su día a día, pero nos siguen llegando relatos de las vivencias que allí tuvieron. Hoy os dejamos el relato de una voluntaria sobre una tarde cualquiera en Maputo, Mozambique:
Es lunes 15 de agosto y nos despertamos en Maputo. La idea es desayunar y enseguida irnos a Namaacha en coche. No me digáis por qué, pero la cosa se lió, el caso es que llegamos a cenar (a las 19:30 horas). Así que nos pegamos todo el día 15 de agosto, esperando, hablando con seres queridos, compartiendo o leyendo. Y también hubo tiempo para vivir momentos muy buenos.
La Inspectoría es un edificio viejo con un patio grande que sirve de parking y con un gran árbol que da mangos. Debajo del árbol hay una mesa donde los voluntarios hablamos, hacemos pulseras, reímos o leemos.
Tras comer me senté junto a mi compañera del campo de trabajo a leer allí.
Al rato llegó un chico joven, camisa de capulana, foulard al cuello, zapatillas modernas. Saludamos con un “boa tarde” y en seguida salió Irma Justina a recibirle y preguntarle si quería comer y enseguida le sacó un plato. Entre los 2 nos cuentan que trabajaba en una peluquería, con dueña portuguesa, que se fue a Portugal para rehabilitar una rotura de brazo y ha decidido no volver. Él es el encargado de vender los muebles y aparatos estéticos que guardan las Irmas en un almacén. Llega una pareja mozambiqueña a verlos y les gustan, un problema menos. Él nos cuenta que se va a Portugal, con su antigua jefa, a buscarse la vida; si todo va bien, volverá a por su mujer y 2 hijos.
Volvemos a leer….
La segunda visita es un padre con una pequeña atada a él con capulana. Irma Justina saca 2 platos, bien llenos, es la misma comida que acabamos de comer las voluntarias y las Irmas. Laura es el nombre de la niña, sale del hospital tras pasar 37 días allí. Fue atropellada por un coche que se dio a la fuga. La sanidad es gratuita en Mozambique, a veces lenta, a veces lejos, pero gratuita. Laura tiene 6 años, lleva un pie, parte del muslo derecho y el cuello vendado. Ahora tiene que hacerse curas cada 2 días. El padre come con ansia, parece que lleva tiempo sin hacerlo. La niña acepta las cucharas que le da su padre con arroz; Irma Justina insiste en que deje a la niña comer sola. Ahora no anda, pero andará. Tiene 6 años, el padre vive con ella y otro hermano, la madre los abandonó. Irma Justina le da algo de dinero, fruta y comida.
Volvemos a leer….
Llega un coche pequeño y aparca. Sale un hombre joven, con carpeta y traje. Al acercarse veo un cuello blanco, es cura. Saluda al jardinero, habla con él, a nosotras nos dice boa tarde y se va. El jardinero viene a explicarnos que es el obispo auxiliar de Maputo y está en las negociaciones entre Frelimo y Renamo, los 2 partidos que aquí siempre tienen problemas. Pienso, ¿que habrá pasado en España? ¿Habrá gobierno? ¿Allí se habla también con la iglesia? ¿Y en Mozambique se habla con otras iglesias?
Al rato estamos en la estación para salir hacia Namaacha. Al final vamos en chapa, es una furgoneta, el transporte público de aqui. Por 70 meticais, no llega a 1 euro, nos llevarán a 60 km de aquí, donde está Namaacha.
Esto es África, no hay hora de salida, es cuando está llena. Subimos y mientras esperamos pasan por la ventana vendedores de todo: galletas, pan, pollo con patatas, fruta, sandalias, patatas fritas de bolsa, peines, camisas, capulanas… reímos observando el panorama. Al final caemos, compramos patatas fritas y volvemos a reír cuando nuestro vecino se prueba unas sandalias en una furgoneta donde apenas podemos colocar el pie en el suelo.
Ya en la cama, pienso en la gente que he visto hoy….
Pienso lo distinto que es todo en África, lo importante que es ayudar, lo importante que es acoger a alguien en nuestra casa, lo importante que es tener un sitio donde pedir ayuda, donde se nos da de comer, donde pedir un abrazo o simplemente donde se nos acompaña un pequeño momento de nuestra vida, del cual me siento afortunada por tenerlo.
Está claro que esto no es Europa. Espero que algunas cosas no se olviden allá arriba.
Así acabó mi día 15 de agosto.