Volvemos a viajar de mano de nuestros voluntarios y voluntarias a través de sus escritos. En esta ocasión dejamos el continente africano para cruzar el charco y viajar hasta la Sierra Mixe, en México, en donde dan apoyo en el Centro Juvenil La Natividad de Santa María de Tepantlali al proyecto que los propios voluntarios iniciaron en 2008. Esto es lo que nos cuentan desde México:
Hace ya más de 10 días desde el final de mi experiencia de voluntariado en un municipio mexicano llamado Santa María de Tepantlali donde gracias a la ONG VIDES compartí el mes de agosto con otra voluntaria de Zaragoza y con un montón de niños y jóvenes de la sierra Mixe de Oaxaca que día tras día se acercaban al centro juvenil en el que trabajábamos.
Desde la vuelta son incontables las ocasiones en las que con mucha nostalgia cada día recuerdo todo lo vivido a 9000 km de distancia, y recuerdo como todas las mañanas sonaba desde el campanario de la iglesia “el despertador” a eso de las 7 y recuerdo como aunque todos los días abríamos el centro a las 10:30 no hacía falta que se acercara la hora para que constantemente los niños preguntaran “¿Abren ya?”.
Recuerdo todos los juegos y talleres en los que siempre estaban dispuestos a participar, aunque no tanto para recoger el material. También aquella excursión a una ranchería cercana llamada Mosquito Blanco, las sesiones de cine que organizábamos cada viernes por la tarde o los faroles que realizamos entre todos para participar en el concurso que se celebra todos los años a mediados de Agosto.
No hay duda que los niños son el principal objetivo del viaje y que con ellos compartí muchísimo tiempo, pero personalmente no puedo dejar de nombrar las conversaciones con Florida y Geri, que son las propietarias de la farmacia del municipio, las quesadillas de la Señora Leti, el delicioso pan dulce que puedes comprar en cualquier tienda del pueblo, la imborrable sonrisa de la señora Marta, la hospitalidad de Gregorio quien era la autoridad local, y tantísimas personas que hicieron todo lo posible para que nos sintiéramos realmente como en casa.
Para mí ha sido una experiencia inolvidable y muy positiva, he pensado que podría seguir escribiendo buenos recuerdos y experiencias pero seguramente os iba a aburrir a todos, así que he decidido acabar nombrando un recuerdo malo y otro peor, y la verdad es que me ha costado dejar de lado los buenos momentos y me ha costado mucho más conseguir recordar los malos, pero ahí van! el malo es que no ganamos el concurso de faroles y el peor sin duda es que treinta días son muy pocos días!