Continuamos nuestro caminar por los campos de trabajo internacionales a través de las experiencias de nuestros voluntarios y voluntarias. En esta ocasión volamos hasta México, para ver cómo le fue a una voluntaria en su tercer viaje a Tepantlali.
Cuando el mes pasado empezó mi viaje hacia la Sierra Mixe, la ilusión, la vitalidad y las ganas de llegar empezaron a recorrer mi cuerpo. Era la tercera vez que viajaba a este campo de trabajo, pero eso no quitaba para que estos sentimientos emergieran en mí.
Cuando llegue a Oaxaca me estaban esperando 3 compañeros que habían llegado un mes antes y pude compartir con ellos mis primeros días…
De camino a Santa Maria de Tepantlali, mis nervios empezaron a aparecer; ya habían pasado 2años desde mi última estancia allí. El recibimiento fue maravilloso, volver a ver a la gente querida, nos fundimos en abrazos y sonrisas… en ese momento no me vi la cara, pero seguro que se reflejaba mi felicidad.
Los días eran muy intensos desde por la mañana. Estuve trabajando con un joven que tenía un tipo de discapacidad, los primeros días fueron un poco complicados porque yo no tenía experiencia en este ámbito y el no me conocía….pero poco a poco nos fuimos entendiendo y trabajamos bien juntos. En el centro que VIDES tiene en Tepantlali atendía, junto a la educadora que está contratada, a los niños y jóvenes del pueblo.
Con ellos hacíamos repaso escolar, juegos, talleres….las sonrisas y la alegría que tienen estos niños me llenaban cada día de fuerza y vitalidad. Había días que bastaba con un abrazo o un simple caramelo para que por un ratito se les olvidara las difíciles situaciones que algunos tienen….Y por supuesto, todos los días me enseñaban una gran lección de vida.
También en el centro, 2 días a la semana estábamos con las mujeres, les llevamos telas y te sorprendes de lo mañosas que son y bien rapidito se hacían sus faldas y sus blusas. Este momento que pasaban juntas, y que yo tenía la suerte de compartir con ellas, era un momento de paz y armonía, que veías su felicidad a través de sus miradas tímidas y de sus pocas palabras en «mixe».
El mes se me paso muy rápido; fue intenso, gratificante y productivo. La despedida fue dura, pero espero y deseo poder volver ya que una parte de mi corazón esta en ese maravilloso pueblo de la Sierra Mixe.
Es una experiencia difícil de explicar con palabras… es maravillosa y excepcional, y desde aquí animo a todos a que dediquen un tiempo de su vida a poder vivirla y disfrutarla.