Os ofrecemos la última historia que nos relata una de nuestras voluntarias que estuvo este verano en el campo de trabajo de Moatize, en Mozambique, donde tuvieron ocasión de ver los proyectos que realizamos desde VIDES.
Este verano, un grupo de jóvenes y yo, Carme Sabé , estuvimos difundiendo gotas de solidaridad por las tierras misioneras de Mozambique, México y Honduras durante un mes.
Para ir nos preparamos a lo largo del curso con formaciones sobre el espíritu salesiano, la salud, la cultura africana, como educadora…
Nosotras, Ana, Inma y yo nos fuimos todo el mes de julio a un pueblecito del noroeste de Mozambique, Moatize, a echar una mano a la misión de las salesianas de allí.
Estuvimos con los niños y niñas de la calle y conectamos con el profesorado y el alumnado de una escuela infantil y primaria de las Salesianas, una escuela que surgió gracias a las ayudas de la ONG VIDES.
Con mucha ilusión preparamos nuestro corazón y llenamos hasta arriba nuestras maletas de viaje con material escolar para nuestros destinatarios.
Los días allí nos pasaron volando… nuestra estancia fue tan intensa que no nos dábamos cuenta de que el tiempo pasaba. La alegría, la fraternidad, la amabilidad, la sencillez, la serenidad, la fe y la conformidad que mostraba aquella gente hacían que viviéramos ilusionadas nuestras gotitas de solidaridad.
Me impactaba ver la alegría de aquellos niños y niñas carentes de tantos recursos.
No necesitábamos preparar grandes cosas para que se divirtieran, con poca cosa ya eran felices.
Sus miradas, sus gestos y su manera de hacer las cosas hacían que tuviéramos una actitud de misericordia.
Ellos nos esperaban cada día en la puerta gritando nuestro nombre, nos esperaban impacientes. ( me vienen a la memoria los primeros oratorios que Don Bosco, nuestro fundador, puso en marcha).
Los padres de los niños nos apoyaban por la labor que hacíamos; se acercaban donde estábamos y nos decían con alegría: “Muy bien, muy bien… ¡ es bueno lo que hacéis a nuestros hijos! “
Las familias (jóvenes, niños y niñas) se pasaban casi dos horas celebrando la Eucaristía del domingo. Sin prisas, cantando y danzando, dando a todo el mundo su limosna con alegría y compartiendo las novedades de la semana.
Se respiraba una comunidad viva, llena de esperanza e ilusionada.
La tranquilidad, la serenidad, la alegría y la sencillez en la que vivía la gente a menudo nos interrogaban. Nos decíamos. Nos decíamos “¿Cómo pueden vivir con esta tranquilidad ¿ ¿ Cómo pueden vivir con tan poco?”
La comunidad salesiana que nos acogió, formada por tres hermanas nativas, fue un puntal importante en nuestra tarea. Su alegría, sencillez, fraternidad y confianza en nosotras nos ayudó a desarrollar con serenidad el trabajo.
Gracias irma (“hermana” en portugués) Elsa, irma Emilia e irma Amelia.
Ya veis, nuestras maletas las llenamos de material y las devolvimos mucho más llenas de riqueza interior. Toda la vivencia por aquellas tierras nos ha interpelado nuestras vidas, nos ha ayudado a crecer personalmente.
Como decía Jesús, la felicidad no viene de tener muchas cosas sino de vivir con sencillez, con autenticidad y con amor.
Gracias por vuestra sonrisa, por vuestra sencillez, por la broma, por los pequeños detalles, por vuestra mirada, por vuestra confianza, por vuestra espontaneidad… ¡Siempre os recordaremos!