Compartimos la noticia que leemos en la página de la Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, que resume en qué está consistiendo la ayuda de las salesianas a la población afectada en Alepo, tras el terremoto del pasado 6 de febrero.
A continuación, dejamos la noticia traducida.
El 6 de febrero de 2023, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió el este de Turquía y el norte de Siria, devastando edificios y viviendas, con un número aún indeterminado de víctimas.
La Casa de las Hijas de María Auxiliadora de Alepo, de la Provincia de Jesús Adolescente (MOR), no sufrió daños importantes, por lo que, en una sala y un patio exteriores, las hermanas pudieron alojar hasta 150 personas que habían abandonado sus inseguras viviendas por temor a nuevos temblores. Algunas hermanas de la Comunidad María Auxiliadora de Damasco se pusieron inmediatamente a disposición, trayendo mantas, chaquetas y ropa, y algunas de ellas acuden regularmente para ayudar.
Desde el principio, la acogida de las hermanas fue solidaria e incansable, con el objetivo de ofrecer cobijo y algo de consuelo en una situación dramática, acentuada por las duras temperaturas invernales. Las personas acogidas -individuos, familias, incluso con niños pequeños, ancianos- pudieron encontrar un ambiente sereno y tranquilo, como atestigua la hermana Jeannette, que junto con la hermana Graziella permaneció cerca de la población:
«Tenemos cristianos, musulmanes y kurdos… y todos agradecen el clima sereno. La situación es muy difícil: los que ya no tienen sus casas, los que tienen tanto miedo de entrar en ellas y los que han visto morir a gente bajo los escombros. Así que todas las noches hay mucha gente que viene a ponerse a salvo, incluso a dormir en una silla. Ofrecemos bocadillos y todo lo necesario que nos envían otras asociaciones».
Los jóvenes vinculados a las FMA están dando un apoyo fundamental a las hermanas, ayudándolas con gran generosidad y creatividad en todo: desde preparar bocadillos y desayunos para todos los huéspedes, hasta organizar paquetes de mantas, chaquetas, ropa, medicinas y artículos de primera necesidad para distribuir entre las familias, pasando por arreglar y airear las colchonetas en las que duerme la gente.
«Aunque ellos también tienen casas dañadas y sus familiares no duermen en sus hogares, los jóvenes de nuestro Centro nunca nos abandonan y corren a ayudar incluso antes que nosotros. Damos gracias al Señor por contar con estos jóvenes tan generosos y deseosos de ayudar, que tienen tanta misericordia», dice sor Jeannette.
En este país, ya largamente probado por los conflictos y ahora también por esta catástrofe natural, por fin empieza a llegar la ayuda de asociaciones y organizaciones humanitarias. Las hermanas y la gente están muy agradecidas a todos los benefactores:
«Gracias a Dios, están llegando muchos alimentos, ropa y otros bienes, así que todo el día hay un ‘ir y venir’ para recibir y tener algo necesario».
Sin embargo, como nos informa la Hermana Jeanette, a medida que pasan los días aumentan los problemas, porque la situación sigue siendo muy precaria y se necesita ayuda económica para limpiar los escombros y empezar a trabajar para volver a las casas.
Junto con ellos, las hermanas también llevaron ayuda fuera de la Comunidad, llegando a algunos campamentos con tiendas donde se alojan los desplazados y ofreciéndoles bocadillos y chaquetas para resguardarlos del frío. Por la noche, en el patio de la Comunidad, rezaron juntas el Rosario ante la Virgen, encomendándose a Ella y encomendando a Ella a las víctimas y a todas las personas que están viviendo esta terrible situación.
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