Hoy os traemos el testimonio de una de las voluntarias que han viajado durante el mes de julio a Mozambique para acudir al campo de trabajo de Namaacha!
Tras un mes en el Campo de Trabajo en Namaacha (Mozambique), voy a intentar plasmar a través de estas palabras como ha sido mi experiencia, ya que resulta un poco difícil describir todas las emociones y sentimientos que he vivido.
Hace un par de años que buscaba hacer un voluntariado internacional en África y fue cuando a través de internet conocí a VIDES. El curso de formación, su trabajo y los objetivos del campo de trabajo me engancharon para decidirme hacerlo y embarcarme en esta aventura. La vida y mis circunstancias personales me ayudaron a vivir este maravilloso viaje, porque la vida no es un destino sino un gran viaje.
Desde el minuto uno en el que aterricé en el aeropuerto de Maputo me recibió Irma Mª Pedro con los brazos abiertos, con afecto y calidez como lo han hecho todas las Irmas Salesianas que he conocido en Mozambique. Me sentí tan acogida y acompañada que era como si estuviese en casa y las conociese de hace años.
Tras llegar al Hogar de Acogida de Namaacha, fue muy emocionante el recibimiento de las 97 niñas internas que viven allí. De repente me olvidé de todo y me sumergí en su día a día, sus costumbres, su cultura, su manera de ver y entender el mundo, su comida, sus cantos y bailes pero sobretodo, su cariño, sus sonrisas, fuerza y vitalidad africana que me contagiaron.
Cada día en Namaacha era un nuevo amanecer rodeada de alegría, amor, respeto, sensibilidad, honestidad y bondad por parte de las Irmas y de las meninas.
Esta experiencia para mí ha sido muy gratificante, positiva e inolvidable a nivel personal porque compartir todo este tiempo con todas las niñas del Hogar de Acogida, conociéndolas, compartiendo horas de estudio, de talleres y actividades, estando y jugando con ellas, conocer su situación familiar y sus proyectos de vida me han hecho valorar todavía más las pequeñas cosas de la vida que tenemos aquí.
Desde la importancia de vivir el día a día con una sonrisa, con una ilusión y alegría hasta la mirada inocente que te transmitían las niñas, era muy enriquecedor.
Porque en su presente, su día a día, a veces duro y difícil para niñas que por su situación y lugar donde han nacido tienen que madurar antes de lo que a nosotros nos gustaría. Por ello, es importante vivir esta experiencia con respeto, a través de la observación, el cuidado y la prudencia, escuchar y sentir… para después hacer, ayudar y actuar.En definitiva, me quedo con todo lo que he aprendido de ellas a través de sus sonrisas, su cariño y dulzura, sus cantos y bailes, su alegría, sus risas, su fuerza y vitalidad de las meninas, de las Irmas y de la gente de Mozambique que he conocido y que siempre permanecerán en mi corazón.
Es significativo ir con la mente y el alma abierta porque recibes mucho más de lo que das.
Ser, estar y sentir Mozambique.